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DEVOCIONALES

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¿Cómo Desarrollar Una

Disciplina Espiritual?

 

 “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina…” (1 Timoteo 4:16)

Solo hablar de la disciplina espiritual no te va a llevar muy lejos, y mucho menos el hablar de cuánto la necesitan los demás. Describiendo a unos amigos que conocía de toda la vida, Scott Turow escribió: “Hace muchos años conocí su secreto más sucio y desagradable: que su pasión por cambiar el mundo venía de la incapacidad de cambiarse a sí mismos”. ¡Hola! ¿Hablas mucho de cosas que no has experimentado personalmente, usándolo como una cortina de humo para tapar tu propia superficialidad? Entiende esto: desarrollar una disciplina espiritual es algo que requiere muchísimo esfuerzo y se hace casi siempre en secreto, es humillante, y no siempre divertido. Examinémoslo por partes: ¿Requiere muchísimo esfuerzo? Absolutamente. Significa ser más duro con uno mismo de lo que uno quisiera. Exige comprobar con regularidad tu forma de expresarte, tus relaciones y elecciones vitales, y corregirlas cuando sea necesario. ¿Hacerlo en secreto? Sí; cuando te estás esforzando para desarrollar una disciplina espiritual, es sabio no hablar mucho de lo que estás haciendo. Hablar es fácil; simplemente, ¡hazlo! ¿Es humillante? ¡Sin ninguna duda! Algunos días es como dar un paso hacia delante y dos hacia atrás… La disciplina espiritual requiere “seguir la trayectoria” mientras otros se apartan sin querer reconocerlo, o poniendo excusas. ¿No es siempre divertido? Desarrollar una vida de disciplina espiritual es una experiencia que te da satisfacción, pero no siempre es divertido. Pon atención a lo que escribió Pablo: “…yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:26-27).

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La Necesidad de Reconocimiento En El Ser Humano

 

“… animaos unos a otros y edificaos unos a otros…” (1 Tesalonicenses 5:11)

Después de treinta años de matrimonio, su mujer estaba a punto de “tirar la toalla”. “Ya estoy harta de vivir contigo. Nunca más me dices que me quieres…”. Él respondió: “Cuando nos casamos te dije que te quería; si cambio de opinión, te lo haré saber”. Muchos líderes esperan que sus seguidores funcionen con el “piloto automático” puesto, como el marido anterior de corazón duro. No entienden que la gente florece cuando es estimada; lo necesita. A veces, las organizaciones cristianas son las peores: “Estás trabajando para el Señor y Él te lo recompensará”. Sí, todos trabajamos por esa “palmadita en la espalda” final en el Cielo, pero Dios espera que se la demos a otros también a lo largo del camino. Pablo escribió: “…animaos unos a otros y edificaos unos a otros” (1 Tesalonicenses 5:11).

Algunas personas no necesitan recibir ánimo. Son tan fuertes y están tan ocupadas que cualquier intento de elogio sería como un mosquito irritante volando alrededor de la cara; con una mirada confusa lo rechazarían. También hay personas que sospechan de los piropos porque otros se aprovecharon de ellas. En su caso, todo lo que tienes que hacer es ser amable con ellas. Pero la mayoría de nosotros necesita reconocimiento, y en grandes cantidades. Phillis Theroux escribió: “Una de las cosas de la vida de la que la mayoría de la gente nunca tendrá lo suficiente, son los halagos. El ego nunca está tan lleno como para no aceptar una pequeña cortesía. Los cumplidos, por su propia naturaleza, son altamente `biodegradables’ y tienden a `disolverse’ a las pocas horas o pocos días de haberlos recibido, por lo que ¡siempre podemos beneficiarnos de otro!”.

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